EL PAÍS AL REVÉS
Érase
una vez, en un pequeño país, donde las princesas salvaban a los
príncipes. Las reinas a los reyes, en fin un gran lío. El rey no
mandaba, ordenaban los súbditos. Los nobles, eran ladrones y robaban
a los reyes, reinas, príncipes, princesas... ellos eran pobres. Un
día los reyes se hartaron y se fueron ha hablar con los súbditos
que eran a los que tenían que traerles la comida, peinarles pero los
reyes eran los esclavos de los súbditos. Los súbditos ordenaron a
los soldados coger a todos los bebes del país para darles una
recompensa. Todo el país estaba un poco preocupado, por si los
súbditos no hacían su recompensa a los bebés si no que les quería
hacer una cosa muy mala, como matarlos, o cualquier otra cosa. Al día
siguiente fue cuando, empezaron a recoger a los bebés, como no el
dio tiempo a recogerlos a todos ese mismo día, los fueron recogiendo
por ciudades. La primera ciudad fue la de la princesa Sheyla que
tenía 2 hijos y 1 hija, Félix, Sierra y Domingo, así hasta que
llego la noche y no pudieron coger más porque estaban demasiados
cansados. Esa misma noche se armó una buena, entre los súbitos y
los guardias: -Hola su majestad,
tenemos una gran noticia hemos cogido 30 niños. -Que
como, pero si son muy pocos -dijo el súbdito.
A
la mañana siguiente, todos los soldados se dieron cuenta de que
debían de capturar más niños e igual de niñas.
Los
soldados cogieron a una pequeña familia donde estaban:
El
rey, la reina, la princesa y el príncipe...encargados del pequeño
súbdito Cabezón, porque era muy cabezota. Al día siguiente vino su
mejor amiga a la que quería, Rosana.
-Hola
Rosana salto el niño para saludarla.
-Hola
también le saludo ella.
Llego
la noche y tenían que ir a cenar, pero como no habían ido a recoger
a Rosana le pusieron un plato de comida. Cuando se despertaron la
pobre Rosana estaba llorando, porque todavía no le había ido su
madre a recogerla. Pero Cabezón, ordenaba a los soldados que le
pusieran un plato de comida, para que comiera algo. Y fue cuando,
vino la madre y la niña fue a preguntarle porque no había ido a
recogerla. Fue cuando la madre tuvo que contarle la verdad:
-Hija
mía, la verdad es que el súbdito Cabezón te quiere pero no te lo
quería decir. Porque tenía miedo.
La
niña salio corriendo a saludarle a Teddy, que era su caballo. Se fue
muy decepcionada, porque se lo podía haber dicho Cabezón. -Lo
siento le dijo la madre, yo tenía que haberte ido a recoger.
La
tarde siguiente, la niña siguió sin hablarle ha su madre. La madre,
muy preocupada le pedía perdón pero la niña no le hacía caso.
Hasta que la madre se cabreo y pensó: le pediré a los reyes, que
compren las galletas favoritas de la súbdita. Cuando llego la hora
de la merienda, la súbdita vio que estaban sus galletas favoritas y
que tenía que pedir perdón a su madre para que le dejase comer. La
niña le dijo: -Madre perdón, por no
hablarte todo este tiempo. -Vale
te perdonó, hija.
Al
final el súbdito, celebro su boda con la súbdita Rosana. Los reyes,
las reinas, las princesas, los príncipes... Prepararon la
celebración, hicieron las invitaciones. Invitaron a Román, Cristi,
Pepe