martes, 11 de septiembre de 2012

CUENTO AL REVÉS

 EL PAÍS AL REVÉS
Érase una vez, en un pequeño país, donde las princesas salvaban a los príncipes. Las reinas a los reyes, en fin un gran lío. El rey no mandaba, ordenaban los súbditos. Los nobles, eran ladrones y robaban a los reyes, reinas, príncipes, princesas... ellos eran pobres. Un día los reyes se hartaron y se fueron ha hablar con los súbditos que eran a los que tenían que traerles la comida, peinarles pero los reyes eran los esclavos de los súbditos. Los súbditos ordenaron a los soldados coger a todos los bebes del país para darles una recompensa. Todo el país estaba un poco preocupado, por si los súbditos no hacían su recompensa a los bebés si no que les quería hacer una cosa muy mala, como matarlos, o cualquier otra cosa. Al día siguiente fue cuando, empezaron a recoger a los bebés, como no el dio tiempo a recogerlos a todos ese mismo día, los fueron recogiendo por ciudades. La primera ciudad fue la de la princesa Sheyla que tenía 2 hijos y 1 hija, Félix, Sierra y Domingo, así hasta que llego la noche y no pudieron coger más porque estaban demasiados cansados. Esa misma noche se armó una buena, entre los súbitos y los guardias: -Hola su majestad, tenemos una gran noticia hemos cogido 30 niños. -Que como, pero si son muy pocos -dijo el súbdito.
A la mañana siguiente, todos los soldados se dieron cuenta de que debían de capturar más niños e igual de niñas. 

 

Los soldados cogieron a una pequeña familia donde estaban:
El rey, la reina, la princesa y el príncipe...encargados del pequeño súbdito Cabezón, porque era muy cabezota. Al día siguiente vino su mejor amiga a la que quería, Rosana.
-Hola Rosana salto el niño para saludarla.
-Hola también le saludo ella.
Llego la noche y tenían que ir a cenar, pero como no habían ido a recoger a Rosana le pusieron un plato de comida. Cuando se despertaron la pobre Rosana estaba llorando, porque todavía no le había ido su madre a recogerla. Pero Cabezón, ordenaba a los soldados que le pusieran un plato de comida, para que comiera algo. Y fue cuando, vino la madre y la niña fue a preguntarle porque no había ido a recogerla. Fue cuando la madre tuvo que contarle la verdad:
-Hija mía, la verdad es que el súbdito Cabezón te quiere pero no te lo quería decir. Porque tenía miedo.

 

La niña salio corriendo a saludarle a Teddy, que era su caballo. Se fue muy decepcionada, porque se lo podía haber dicho Cabezón. -Lo siento le dijo la madre, yo tenía que haberte ido a recoger.
La tarde siguiente, la niña siguió sin hablarle ha su madre. La madre, muy preocupada le pedía perdón pero la niña no le hacía caso. Hasta que la madre se cabreo y pensó: le pediré a los reyes, que compren las galletas favoritas de la súbdita. Cuando llego la hora de la merienda, la súbdita vio que estaban sus galletas favoritas y que tenía que pedir perdón a su madre para que le dejase comer. La niña le dijo: -Madre perdón, por no hablarte todo este tiempo. -Vale te perdonó, hija.
 

Al final el súbdito, celebro su boda con la súbdita Rosana. Los reyes, las reinas, las princesas, los príncipes... Prepararon la celebración, hicieron las invitaciones. Invitaron a Román, Cristi, Pepe










 

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